Que la culpa de todas nuestras desgracias la tiene … el presidente guapo o el feo, el jefe desganado, la jefa malcarada, el mensajero torpe o le camarero despistado. Y allí andamos, ¿no?

Pues no. No. No.

Hay una sabiduría en la vida. Que nuestro cuerpo se mantenga vivo, siquiera que llegáramos a este trocito de mundo, ¿cómo lo explicamos? Mi corazón está latiendo mientras escribo y «no necesita de mi», hasta ahora que lo he querido sentir también estaba respirando sin esforzarme (y ojo si no la lío al ponerle empeño)

Será filosofar si nos propongo reflexionar sobre si estamos a favor o en contra de la vida… Será lo que decidamos. Yo voy a ello.

Estamos aquí, ahora, con nuestros dolores, penas y pesares. También con nuestras alegrías y éxitos. Me pregunto cómo hacemos para creernos responsables de las segundas y sin embargo pasar a otras o algo externo la responsabilidad de las primeras. Congruente, ¿no?

Ya está, es claro para mi.

Soy 100% responsable de mi vida. De mi estado emocional, de mi salud. Esto me hace superpoderosa. ¿Quiero?

Cada vez que voy en contra de la vida, sufro.

Elijo ser canal de la vida a favor de la vida.

Simplemente por mi bienestar. Simplemente para sentirme bien. Simplemente para vivir una vida alegre y armoniosa. Simplemente…

¿Qué puedo hacer yo para contribuir a la vida?

ACEPTAR. RESPIRAR.

Dejo de contarme historias. Dejo de inventarme dramas.

ELIJO VIVIR